El destino volvía a regalarle al Real Madrid una nueva oportunidad para derrotar a su bestia negra en los últimos años, esta vez en la ida de los cuartos de final de la Copa del Rey. Antes del encuentro, muchas fueron las especulaciones que se hicieron sobre qué jugadores elegiría Mourinho para intentar vencer al conjunto azulgrana, pero realmente pocos imaginaban que el portugués volviera a sorprender con jugadores como Altintop (casi no había jugado en toda la temporada) y Carvalho (también con larga inactividad) entre los titulares.
Una vez más, un esquema ultradefensivo en el medio campo, para intentar cortocircuitar el juego de toque blaugrana, fue la táctica empleada para intentar llevar adelante un encuentro en el que el objetivo era recuperar la pelota (realmente no hicieron más que perseguir sombras) y salir rápido de contraataque aprovechando la velocidad de CR7. Quizás demasiado poco para un equipo que cuenta con una plantilla de jugadores de primer nivel. Es probable que Di María (baja por lesión) podría haber sido un arma muy filosa para complementar a Ronaldo, pero aún así, el Real Madrid jugando de local no debería ceder la iniciativa del juego como lo hace de manera reiterativa ante el “team” de Guardiola.
Inevitablemente, el estilo de mediocampistas que usa el Madrid en los cásicos hace de la aspereza su máxima primordial y en consecuencia las tarjetas amarillas no tardan en llegar (Luego Mourinho de pregunta … ¿Por qué? ¿Por qué sus equipos siempre terminan con 10 jugadores contra el Barcelona?). Y dentro de esos jugadores amigos de la violencia destaca el “personaje Pepe”.
La actitud de Pepe no es algo nuevo, cuando está dentro del campo de juego se transforma, pierde los papeles con excesiva facilidad. Ha sido protagonista de situaciones vergonzosas y lamentables (ver incidente con Casquero) pero el pisotón sobre la mano de Messi además de su forma exagerada de simular golpes inexistentes lo ha dejado expuesto de sobremanera, no solo por lo inusitado de sus acciones sino por lo trascendente del encuentro. No es normal que este tipo de acciones no sean sancionadas tanto por la federación competente como por los propios dirigentes que le pagan un sueldo exagerado para presenciar ridículos de tamaña magnitud.
El Barcelona, sin hacer un partido brillante, dominó la posesión de balón del encuentro escandalosamente como ya es habitual y con su juego de toque generó varias situaciones de peligro hasta conseguir dar vuelta un marcador que se le había puesto en contra injustamente (Real Madrid llegó solo dos veces al arco de Pinto en todo el partido, una en cada mitad), luego no tuvo más que controlar las embestidas violentas de muchos jugadores merengues que desquiciados estuvieron al borde de la expulsión en más de una oportunidad.
Cabe recordar que esto ha sido el partido de ida, el 1 -2 deja muy bien parado al Barcelona para el partido de vuelta en el Camp Nou, pero la eliminatoria no está sentenciada, aún quedan cartas por jugar.